miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Batman, bailamos el alcatraz?

El mercado de flores era un hervidero, un hervidero multicolor. Flores por todos lados, gente por todos lados. A pocas cuadras, el Señor de los Milagros realizaba su último recorrido. Es feriado, el tiempo sobra, las horas discurren lentamente. Halloween ha dejado a Lima resaqueada. El Día de la Canción Criolla la ha dejado cansada de tanto bailar.


De pequeña, mi abuela materna nunca me dejó celebrar Halloween. Tampoco es que festejáramos muy emocionados la canción criolla. Son de esas creencias que las abuelas tienen, y no comprendemos hasta que somos abuelos también. Ella ya no está para prohibirme celebrarlo. De todas maneras, ya estoy bastante grande para pedir caramelos. Salir de fiesta tampoco era una opción. Este año debía dormir temprano para poder acompañar a mi abuela paterna al cementerio el Día de Todos los Muertos. Primero debíamos comprar flores. Flores para todos. Porque una vez alcanzados los 86 años, hemos visto morir y enterrar a muchas personas. Su memoria de elefante, recuerda donde está cada nicho, cada amigo, cada tío. Otra costumbre que no entenderé, hasta que sea abuela.


Como mi abuelita, varias otras personas en nuestro país tienen costumbres rituales el primero de noviembre. Es el Día de Todas los Santos. Algunos reciben el día en el cementerio. Luego llevan música a sus muertos. Si la situación se da, las cervezas pueden acompañar el festejo. Los peruanos celebramos todo. Sea Halloween, Día de la Canción Criolla o Día de Todos los Santos la ideología se deja de lado y el disfrute impera. Al fin y al cabo, son sólo pretextos para celebrar.

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