Grupo
teatral presenta obra sobre la cultura 'afro' en el Perú
Última
función Bajo la luna
Por
Sharún Gonzales
Foto: olodumafroperu.com |
Con la luz se fue el
bullicio que antecede el inicio de algo importante. Solo podíamos
ver una luna grande, blanca y redonda, rodeada de algunas nubes.
Cuando la luz vuelve a encenderse a medias podemos ver a un grupo de
chicos tirados en el piso pero de forma ordenada. Se trata de Olodum
el colectivo de teatro afroperuano que ha dedicado sus energías de
los últimos meses a la obra “Bajo la luna”. Estrenada el 5 de
octubre
, se presentó doce días en la casa Yuyachkani en Magdalena. Este
grupo de actores, bailarines y músicos es dirigido por Oscar
Villanueva, ex-integrante del Teatro del Milenio y del grupo Perú
Negro. Entre el elenco se encuentran Rosario 'Charo' Goyoneche, Percy
Chinchilla, Petronila 'Peta' Izquierdo , Roberto Castillo y Carolina
Carbajal. El domingo 28 de octubre fue su última función.
Llegamos
temprano. Para ser exactos, una hora antes de que empezara la función
programada a las ocho de la noche. Había muy poca gente tan puntual
como nosotros. Un letrero grande en la entrada nos invita a pasar:
“Bajo la luna, un espectáculo inédito de danza y teatro
afroperuano para toda la familia”. El afiche forma un barco con
una quijada de burro, una cajita, un cajón y un hombre
afrodescendiente en la popa. Al parecer el mensaje es contundente
desde el principio.
Las
personas van llegando y los boletos se acaban al mismo ritmo, hasta
que la puerta del teatro se abre para que los asistentes que con
muchas expectativas comienzan a ubicar sus asientos. Busco el asiento
“G-14” desde donde se ve muy bien para suerte mía. Las luces se
apagan y con la luz se fue el bullicio.
Un
largo silencio dejó sentir la espera ansiosa de los espectadores. Es
una noche de luna llena en el escenario y la media luz permite ver un
manto pequeño en el suelo con semillas sobre él. Una mujer aparece,
se acerca al manto para recoger un montoncito de pallares que luego
volvería a lanzar al suelo. Se sorprende como si esa acción la
hubiese llevado a descubrir una mala noticia.
Esta
es la primera escena de la introducción a la obra. La idea es
representar el proceso de traslado de esclavos desde África hasta el
Perú hace más de 500 años. Ése es el eje principal de la
historia que Olodum se dispone a contar: cómo han sido estos años
para los descendientes de africanos esclavizados nacidos en este lado
de América del Sur.
Foto: olodumafroperu.com |
El
hilo conductor de la historia no se hizo esperar más. Un anciano
afroperuano, caracterizado por Oscar Villanueva, camina solo, errante
bajo la luna. Da la sensación de ancestralidad, conocimiento e
historia que avanza sin horizonte fijo. La mujer del comienzo y él
estarán siempre presentes, de modo que evocan elementos fuertes
dentro de la historia. La madre África y el abuelo liberto, quizás.
“La
llegada” es graficada por los cuerpos de las personas que vemos en
el escenario cuando el anciano se desvanece en la oscuridad de la
noche. Se mueven como si estuviesen viajando en un barco. Un barco
negrero. Movimientos fuertes, severos, transmiten una situación
dura: la esclavitud. Al mismo tiempo, dejan ver miedo y resistencia
con la fuerza que los llevará a revolucionar, desde abajo, toda una
forma de concebir el mundo.
Foto: olodumafroperu.com |
“Soy
África, soy Perú”, dice Percy Chinchilla, al ritmo de un checo.
El pulso de este instrumento es lo único que se oye en la sala
rectangular. Las personas distribuidas en gradas frente al escenario
atienden cada palabra. “Soy checo, soy cajón, soy festejo, soy
landó” continúa, saltando y bailando en su sitio. No cabe duda
que la afirmación más imponente está por llegar: “Soy Afro –
peruano”.
El
señor de los milagros aparece imponente para describir los ritos
religiosos de los afroperuanos. La procesión es precedida por una
antigua y divertida tradición. En círculo alrededor de un
recipiente de chicha, los devotos del Cristo de las Maravillas
cantan: “Levántamelo María, levántamelo José, si tu no me lo
levantas yo te lo levantaré”. Todos reímos porque poco a poco la
fiesta se emborracha.
La
fiesta acaba y el anciano carga una cerca al centro del escenario.
“Mis animales siempre se escapan”, nos da la queja. Y quejándose
se va a hacer otras cosas, camina despacio. Una gallina negra de
vestido morado reemplaza a una de las famosas “Lavanderas”
creadas por Victoria Santa Cruz el siglo pasado. En esta versión, en
lugar de un cura, hay un burro, y los vecinos del callejón son
animales de la granja.
“Karacundé,
Karacundé, Karacundé” empiezan a corear la gallina, la vaca y el
chancho. Un nuevo personaje aparece, una niña con lazo grande sobre
su cabeza que juega con un toro ignorando la advertencia que hace la
voz de 'Charo' Goyoneche: “Muchachita salte de ahí que el toro te
va a matar”.
Esta
obra de teatro se esfuerza mucho por innovar lo que ya todos
conocemos. “Me gritaron negra” en la voz de Carolina Carbajal,
rejuvenece con un ritmo más contemporáneo. El son de los diablos no
tiene a las típicas máscaras de la comparsa, pero sí un muñecón
de diablo mayor escoltado por un escuadrón de quijadas de burro
fosforescentes. Algo que, definitivamente, no esperábamos.
Es
interesante que estas dos horas sean un viaje en el tiempo pero no
uno tradicional. Cada una de las escenas se entrelaza, obviando la
cronología exacta, para reconstruir la historia de los afroperuanos.
No necesariamente el Señor de los Milagros apareció antes que los
pregones y el levantamiento cimarrón de los esclavizados no fue
tanto tiempo después de la esclavitud pero son elementos que forman
parte de esa historia poco contada.
¡Aplausos!,
grita una niña de seis años desde su asiento, y todos empiezan a
aplaudir. La obra llega a su fin con “La danza de los tambores”.
Todo el elenco vuelve al escenario para transmitirnos su alegría. El
director nos invita a bailar al escenario, los más entusiastas y
avezados se atreven a bajar corriendo las gradas. Es la emoción,
están contentos por lo que acaban de ver.
Bajo
la luna llegó a su fin y pienso, sin duda, que la vida es bonita y
es bonita. Así lo dice la potente voz de Charo Goyoneche que nos
despide.
Foto: olodumafroperu.com |