miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Sigue siendo el rey?

En el año 1985, la campaña electoral peruana tuvo un protagonista guapo y elocuente. Se trataba de un abogado aprista que logró con su carisma atraer a los votos de la mayoría. Sus casi dos metros aumentaban su presencia imponente en un mitin. Era un rostro joven, nuevo y fresco. La sonrisa amplia, radiante acompañaba a dos ojos que sonreían también. El corte de cabello característico es el mismo que lleva aún hoy: recortado en los lados y un poco más largo en la frente. El perfil de galán de telenovela de los ochentas se tradujo en el 53% de los votos. Y es que muchos peruanos atribuirían luego su éxito a las miles de votantes engatusadas por la gallardía del candidato. Alan García, el presidente con la oratoria más rimbombante y torpe a la vez, fue el presidente más joven y guapo del Perú, para nuestras abuelas y madres, probablemente.
¿Quién diría que este galanazo enamorador es ahora un señor regordete? Dicen que la altura de una persona disimula sus kilitos de más, pero en el caso de nuestro ex Presidente no le ayuda en nada. De repente porque son muchos kilos de más. El rostro joven y fresco, se ha escondido detrás de un rollito que se asoma por debajo de la barbilla (papada, le llaman). La sonrisa sigue ahí, aunque ni tan radiante ni tan amplia. El peinado es el mismo, pero cada vez más gris. Luego de su último mandato en el 2006, su barriguita no ha dejado de crecer. Sin embargo, en el fondo permanece la esencia del Alan que el Perú conoció en el ’85: un “caballo loco” que, entre el “teteo” y el perro del hortelano, no deja de sorprendernos.

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